Leo en el sur de Chile, al pie del volcán Osorno, una entrevista singular. El personaje, chileno con pasaporte global, habla del caso Garzón. Sin haber leído la sentencia, él sí sentencia: “me parece insólito”, y añade que las medidas han sido “excesivas y desproporcionadas”. Inquiere el periodista que según el TS español las escuchas que ordenó Garzón vulneraron el derecho de defensa, a lo que el personaje responde: “No me consta”. Pero sin embargo parece tener claro que tras la sentencia hay razones políticas: “la dureza de su sanción está motivada por otras razones, como meterse con el franquismo”. Como si los siete magistrados que lo sentenciaron por unanimidad lo fueran de la corte venezolana, o boliviana, o cubana…
Tan atinado personaje es José Miguel Insulza, nada menos que Secretario General de la OEA. Era ministro de Exteriores de Chile cuando el justiciero juez quiso detener en Londres al viejo dictador Pinochet. La esperpéntica pretensión, condenada al fracaso desde su nacimiento, sólo produjo dos efectos: Garzón fue publicitado por todo el mundo, y las relaciones hispano-chilenas sufrieron una grave crisis, incluidos boicots y amenazas oficiosas a determinados intereses españoles en el país andino. Curiosamente gobernaba en Chile la Concertación de centro izquierda integrada por partidos socialistas, el democristiano y el radical, y en España los populares.
El periodista pregunta cuál fue su relación con el juez entonces. La respuesta es concisa: “Curiosamente, nunca estuve con él cuando el caso estaba abierto”, y añade a continuación que luego tampoco.
“Usted manifestó que Garzón no tenía atribuciones legales para enjuiciar a Pinochet. ¿Lo sigue creyendo?”, pregunta el entrevistador. Y esta es la respuesta: “Así es. Dije que no estaba de acuerdo con él porque consideraba que estos temas deberían ser de jurisdicción chilena. Y sigo pensando lo mismo, por cierto. Pero ése no es el punto.”
Bien, pues a pesar de tener en este caso tan certera opinión sobre la competencia profesional del juez ajusticiado, el que trató de ser candidato hace tres años a la presidencia chilena, el socialista Insulza, concluye: “Las puertas de la OEA siempre van a estar abiertas para Garzón”.
Así son los amigos de Garzón… Y así funciona la Organización de Estados Americanos. Aunque cueste creerlo, Insulza goza de tratamiento de jefe de Estado. Sin fronteras.