En los últimos días, y me temo que hasta las elecciones andaluzas, ver algún telediario es como recibir una clase de “educación para la ciudadanía”. Extraña ciudadanía basada en el enfrentamiento, la provocación y el adoctrinamiento sin contrastes que echarse al coleto. Ese es el modelo para el que ayer un diputado socialista, sr. Gordo, reclamó que no se recorte en demasía lo que viene siendo -que decían los chelis- el despilfarro de los medios públicos.
Los montajes de los informativos están siendo tan homogéneos como simples: la oposición sienta la tesis y el Gobierno se defiende. Algo insólito. La cuestión no es quitar a unos para poner a otros similares; la reforma, una más tan pendiente como urgente, se llama intereses generales de la sociedad. El cambio de modelo no es sencillo, pues así nació la televisión en los tiempos del cha cha cha, La televisión pronto llegará /yo te cantaré y tú me verás… Pero alguna vez habrá que ocuparse en dar a los ciudadanos cultura y no alienación, información y no propaganda, entretenimiento y menos bazofia.
La reforma del sistema público de televisión es tan perentoria como la laboral, la financiera o la educativa. Como esta última, dada la fragilidad de sus contenidos, quizá requiera de altas dosis de finura y cierto reposo. Pero repensar el papel de los sistemas públicos de información, como el de la educación, no es baladí; no hay más que ver sus efectos en los países catalán y vasco.
Lo sorprendente son las reticencias ante los cambios que muestran las izquierdas y es que estos tiempos están probando que hoy no hay nada más retrógrado que un izquierdista irredento. Suele suceder cuando les abandona la autocrítica. No entendieron a Marx y a Hegel no llegaron a asomarse. Pero es que tampoco saben nada del revisionismo de Bernstein, el padre de la socialdemocracia, y así no van a ninguna parte.
Pocas cosas más extrañas que oír de un dirigente sindical, Méndez, aquello de que no permitirán que se altere el modelo levantado en los últimos treinta años. ¡Pero si se trata exactamente de eso! Por ejemplo, de impedir que la defensa numantina de dos puestos de trabajo arruine toda una plantilla de veinte.
En fin, pareciera que a estas izquierdas no tienen más norte que la calle, y la televisión filmándola para demostrar que siguen con vida.