Llevan un mes en campaña y no se les ha oído una idea. Ella es un compendio de frases precocinadas y tópicos de manual de motivación y autoestima, envueltos en una risa inexplicable que ha terminado por cuajar en mueca. Con ello y todo lo demás, no cabe dar por muerta su candidatura. Con esa misma música ganó su mentor Zapatero hace once años y medio: el cambio, la juventud, nuevos tiempos…; los peldaños del adanismo.
No resulta fácil dar sentido a eso del cambio, y menos en horas de crisis cuando el vértigo al vacío se hace presente. El cambio por el cambio es nada, y menos que nada cuando se ofrece sin decir cómo ni para qué. La aspirante catalana de raíces andaluza, castellana y aragonesa no tiene argumento. Ni siquiera la imagen capaz de transmitir su idea del cambio.
Podía haberse acogido a la respuesta que Felipe González dio a Pepe Oneto el 28 de octubre del 82 ante las cámaras de TVE: “¿El cambio?, que España funcione”. Lo entendió todo el mundo, y arrasó días después en las urnas. Pero Chacón quizá no sepa qué hacer para que el PSOE funcione.
Pero tampoco anda muy lejos su oponente y compañero de gabinete. La imagen del cántabro es tan singular que, aún siéndolo, de cántabro no tiene nada. Maestro en la esgrima de arma corta, acostumbra a perfilarse en función de los vientos: de la moderación puede rolar al radicalismo con la misma naturalidad que pasó de vender austeridad a asustar con el hambre.
Como portavoz gubernamental Rubalcaba justificó los recortes de su Gobierno en Educación y Dependencia, pensiones y sueldos de funcionarios con la misma convicción que pocos meses después denunciaba que nos llevan a la recesión. Sin perjuicio de que ambas posiciones puedan tener sentido no parece que encomendar el timón a la veleta sea la solución para un partido sin rumbo.
Un partido de gobierno, que eso es el de los socialistas españoles, no puede encomendarse a la demagogia. Con esa deriva se acaba defendiendo la autodeterminación de quien más fuerte chifle; hasta de Asturias si Cascos se pusiera a ello, que todo puede pasar.
En fin, negro panorama.