Con el ofrecimiento a Griñán de la presidencia del PSOE Rubalcaba ha mostrado su mejor perfil, el de hábil regateador. Consciente de lo que se juega en las elecciones andaluzas, no ha dudado en subir a la presidencia del partido a quien cinco días antes estuvo en un tris de bajarle de la del Congreso. Le acusaba de falta de neutralidad, cosa cierta, pero conquistada la plaza ¿qué más da que hubiera jugado a favor de la perdedora si la presidencia es una mera formalidad estatutaria? Ahí está el pobre Chaves, presidente saliente a quien no permitieron ni dar la bienvenida en la apertura.
En las actuales circunstancias, el regalo tiene forma de zanahoria atada a un palo.
Porque Rubalcaba no puede estrenar su mandato con más debacles electorales. Le tocó de refilón la de las municipales y regionales de marzo, y como candidato, las generales de noviembre. Que estrene su bastón de mando con nuevas derrotas dentro de mes y medio, Andalucía y Asturias, podría ser desestabilizador.
Asturias tiene ahora escaso peso dentro del partido, pero el sur es hoy para los socialistas un trasunto de El Álamo. Fue también en un mes de marzo, 1836, cuando aquella vieja misión convertida en fortín por un grupo de texanos resistió hasta la inmolación el asalto del mexicano Santa Ana.
Parece como si el flamante secretario general socialista estuviera muy seguro de que el nuevo Davy Crockett a quien ayer confió la defensa de la fortaleza andaluza saldrá indemne del insondable pozo de corrupción que tiene minada la Junta que ha presidido en los tres últimos años y de la que antes fue responsable de Economía y Hacienda. O está muy seguro o le importa un bledo siempre que marzo pueda pasar en calma.
El resto de la Ejecutiva Federal refleja lo que tras el paso del zapaterismo ha llegado a ser el partido que Iglesias fundó en 1879 y González refundó cien años después. Demasiados perdedores, algunos contumaces en la derrota, y casi todos sin haberse ganado un sueldo al margen de la vida política, institucional o puramente partidaria. Es una extraña manera de abrirse a la sociedad, pero en fin; ello no quita que haya personas de valía, como María del Mar Villafranca, nueva secretaria de Educación y Cultura, el de Ideas y Programas, Jesús Caldera, o la vicesecretaria general, Elena Valenciano, escudo fiel del que manda.
¿Será cierto que Felipe González respondiera con un “Y ese quién es en el partido” cuando Chacón le comentó que Griñán era su candidato para la presidencia?