De entre las notas chuscas de la actualidad brilla ese milagro desvelado por los dos contendientes por la secretaría general del partido socialista: ambos aseguran tener más delegados que su oponente. Como si los delegados no fueran militantes concretos, personas físicas dotadas de su número de afiliación y otros documentos identificativos, que han mostrado su apoyo a uno u otra/ a una u otro candidato.
Claro que en estas cuestiones, todo es posible. Bono fue el primer sorprendido por su derrota a manos de Zapatero, en el 35 Congreso, junio del año 2000; no supo a tiempo que uno de sus principales apoyos, Rubalcaba precisamente, había advertido a una periodista que el ganador sería Zapatero, en contra de lo que auguraba el recuento de compromisarios, favorable teóricamente al manchego.
Cosas de Carpetovetonia; don Álvaro de Figueroa y Torres, tres veces primer ministro de Alfonso XIII en otros tantos gobiernos del partido liberal, estalló con aquel “Qué tropa, joder qué tropa” al constatar que de todos los votos que creía asegurados para entrar en la Real Academia Española no obtuvo ni uno.
Hombre sabio y no menos cínico, el viejo Romanones, en otra ocasión se quejó más recatadamente: “los amigos suelen abandonarnos a la hora de la desgracia, sólo los enemigos nos siguen hasta la muerte”. Nada nuevo pues bajo el sol. En el caso que ahora viene ocupando a los socialistas, más que preguntarse por quién va a ganar, los más sensatos se cuestionan ¿y este/esta a dónde llevará al partido?
Mal asunto cuando los que parecían condenados a ganar, por cuajo, hechuras y supuestos apoyos de los mayores, amenazan con talar a las federaciones tibias, caso de la andaluza al parecer con el corazón partido en dos. Y cómo no va a estarlo viendo sus militantes y clientela lo que se le viene encima al régimen del que han disfrutado más de un cuarto de siglo, y corrompido hasta los tuétanos.
A primera vista, Rubalcaba se presenta con ánimo de dirigir al partido en la oposición y dejar abierta la puerta para promover la elección de un nuevo secretario general y candidato electoral del partido dentro de tres años. Chacón sin embargo quiere, desde ya, asegurarse ser ella quien ostente esa posición en los próximos comicios, y no ve razón para perder esta ocasión ni los tres próximos años dirigiendo la oposición.
La pregunta que debieran hacer los socialistas a los ciudadanos es tan sencilla como vieja: ¿a cuál de los dos dejaría usted su cartera, o su coche, o al perro?
Por supuesto a ninguno, lo digo con conocimiento de causa y remitiéndome simplemente a la reciente historia de España.