Resulta patético el espectáculo Rubalcaba. Con Sevilla de telón de fondo se empeña en hacerse notar entre sus compañeros; más macho que ninguno, que esto es cosa de hombres sugiere la luminotecnia con que se adorna. Y tras una jornada de reflexión rodeado de su equipo -¿?- advierte que los ajustes puestos en marcha por el Gobierno conducen a la recesión, a la depresión. Como si esto fuera Jauja; pero hombre de Dios, ¿es que no estamos en esas? ¿No es ese el fruto de su gestión anterior –el que venga detrás que arree-?
Asegura muy serio que se creará más paro. Y tanto, como si fuera cuestión de semanas reparar los destrozos causados durante años por tanta torpeza. Las sangrías se cortan con un torniquete; que es lo que el Gobierno ha aplicado en su primer consejo ejecutivo. Aterra imaginar dónde nos habría llevado este candidato a dirigir su partido, ahora, de haber estado al frente del Gobierno. ¿Seguiría hablando de la luz a la vuelta de la esquina, de los brotes verdes, del crecimiento del 1,3% en este año y demás calabobos tan del uso por su gente?
Tiene la desfachatez de decir que la subida del impuesto sobre la renta va directamente contra los jóvenes y los pensionistas, además de las clases medias y trabajadores. ¿Será contra ese 45% por ciento de jóvenes aparcados en el paro?
Más allá de disculpar ciertas dosis de demagogia, a un aspirante a dirigente político hay que exigir un mínimo de rigor. La subida de impuestos sobre la renta la pagan quienes tienen rentas, como es obvio, lo que en un país de clases medias significa que pagan las clases medias; pero unas más que otras, porque el sartenazo que este gobierno liberal-conservador ha metido a las más altas sitúa su fiscalidad por encima del 50%, tercera posición en el mundo civilizado. ¿De qué habla Rubalcaba?
Y acusa de hacer trampa al Gobierno por hablar del déficit del 8%, aduciendo que la culpa es de las comunidades autónomas, algunas gobernadas por el PP, como la valenciana. El típico juego de manos del trilero; efectivamente, la valenciana se pasa, como la castellano manchega y catalana, socialistas ambas hasta hace unos meses… Ahí, llamándose andana, descubre hasta dónde puede llegar su sentido de responsabilidad porque ¿en ese desbarajuste no tiene responsabilidad el Gobierno del que formó parte, como el actual en su día, fueran cuales fuesen los colores de las comunidades gastonas?
Una persona curtida desde los años 80 del pasado siglo en los gobiernos de los dos presidentes socialistas habidos no puede actuar con descaro tal ante las cosas de comer. España no se merece una oposición dirigida por don Alfredo Pérez Rubalcaba.