El país, o buena parte de él, sigue embelesado la cutre historia de trajes y caviar de Camps, Costa y el de los bigotes, mientras en Andalucía se llaman andana ante el robo de caudales públicos empleados en mujeres, coca y champán; con un par. El ex de Trabajo, Guerrero, una víctima… que le pasó más de un millón a su conductor ¿? Pobre, tenía adición, dicen en la Junta. Subvenciones a empresas inexistentes, jubilaciones y despidos de empleados que nunca lo fueron… en fin, la de dios, pero para muchos el paradigma de la corrupción es el caso valenciano, o el mallorquín, que aún huele peor.
El justiciero Garzón trata de escabullirse de la justicia a base de recusar compañeros que, dice, le tienen tirria, envidia y muchas cosas más. Pero parece que las tretas hasta aquí llegaron; Constitucional y Supremo han dicho que ya basta y el hombre que veía amanecer pensando en el Nobel de la paz acabará sentado en banquillo.
Un tal Peter Sellars, amigo del mandamás del Teatro Real, encargado de la puesta en escena de una especie de opera fusión a base de Tchaikovski y Stravinski, proclama que el fascismo está volviendo; “atravesamos una pesadilla de tecnócratas sin visión”, dice en una entrevista sin aclarar si se estará refiriendo a quienes le pagan por su trabajo.
Es el mundo al revés; antiguos responsables de un gobierno, el valenciano, travestidos en tertulianos de telebasura; responsables en activo de otro gobierno, el andaluz, tapando las vergüenzas de los sin ellas que pueblan aquel patio de la cofradía de Monipodio; un juez que entorpece el ejercicio de la justicia; un director teatral jugando a redentor del público sin importarle un pimiento los gustos de ese público que paga excentricidades como haber situado el Don Giovanni de Mozart en pleno Harlem neoyorkino.
Algo así como los académicos nacionales del cine, que tras ímprobos esfuerzos han logrado seleccionar para los Goya una colección de fracasos comerciales sin nombre, además del inevitable Almodóvar y, sorpresa, nominar como mejor guionista español del año a ese locoide genial de Brooklyn que atiende por Woody Allen.
¿Y qué decir de la información del autoproclamado “periódico global en español”, según la cual la leyenda negra española, “la imagen de la España fanática se forjó en el siglo XX y fue utilizada por Primo de Rivera Y Franco”? Dice el diario que lo dice un doctor en historia por la Universidad Autónoma de Barcelona, el sr. Villanueva, quien en otro ámbito había dicho que el concepto está renaciendo como una forma de recuperación del nacionalismo español. Brillante.
Mañana, más.