El presidente Rajoy anunció un equipo bastante previsible. El personaje comienza su andadura fiel al principio del que ha hecho lema: previsibilidad. El polo opuesto de lo vivido en los últimos siete años al compás de ocurrencias sin tino.
El área prioritaria, la lucha contra la crisis, se cimenta sobre tres pilares: Hacienda y Administraciones Públicas, Economía y Competencia, y Relaciones Exteriores y Cooperación. Sus respectivos titulares, Cristóbal Montoro, Luis de Guindos y José Manuel García Margallo forman una especie de trivote, que dicen los analistas más finos del momento, los del fútbol; tres elementos para la defensa y el ataque, según las circunstancias aconsejen. Los tres, de marcado y experimentado acento económico, habrán de conjugar el ajuste y eficiencia, nuevas oportunidades y horizontes, y la defensa de nuestros intereses en la construcción europea.
Les siguen cuatro carteras para abrir perspectivas a los agentes productivos: Fomento- Ana Pastor-, Agricultura y Medio Ambiente –Miguel Arias Cañete-, Industria, Energía y Turismo –José Manuel Soria– y Empleo y Seguridad Social, papeleta que encomienda a la diputada andaluza Fátima Ibáñez.
Y en la base, otras cinco. Dos volcadas a reformas: Educación, Cultura y Deporte –José Ignacio Wert- y Justicia –Alberto Ruiz-Gallardón-. Otras dos para mantener la casa en orden, Interior –Jorge Fernández– y Defensa –Pedro Morenés-, y la de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que ha encomendado a Ana Mato.
No disponen de demasiado tiempo para ensayar el juego en equipo, pero tienen una vicepresidenta singular –Soraya Sáenz de Santamaría– y dos importantes cualidades a su favor: la experiencia de la mayoría en sus respectivas encomiendas, y el alto nivel medio que registra el equipo. Es lo que tiene preparar las cosas.
Lástima que Rodríguez Zapatero no llegara a La Moncloa con las lecciones que parece haber aprendido a fuerza de capones en el último año.
El hoy expresidente salió de un Congreso trufado de ambiciones cruzadas y pequeñas traiciones. Competía con José Bono, y en la escena figuraban también Matilde Fernández y Rosa Díez, quien al defender su candidatura dijo ser más del PSOE que las amapolas del campo.
Bono tenía más avales que ningún otro y el apoyo de Pérez Rubalcaba con buena parte del felipismo; Matilde, el de Guerra, Carrillo y la UGT. Los vascos Jáuregui y Eguiagaray eran los mentores de la actual lideresa de UPyD. Y Zapatero, el mascarón de “Nueva vía”, un grupo de “jóvenes turcos” en el que figuraban Blanco, Caldera, López Aguilar y la felipista Trinidad Jiménez.
Como suele ocurrir en premios como el centenario Goncourt, acabó triunfando sorpresivamente por nueve votos el que menos aristas ofrecía. “Empieza el cambio tranquilo –comenzó el flamante líder su primer discurso-. Voy a volcarme por llevar este partido a la victoria y a las cotas más altas de su historia”. En fin.