Por encima de las bobadas que cimentan los mítines electorales, lo que recomienda no entrar a comentarlos, Grecia es lo relevante de la actualidad de este fin de semana. Pocos aventuran que la salida de Papandreu resuelva la situación. Pero para muchos su permanencia hacía imposible la solución del problema que ha creado en la Unión Europea. Algo parecido a lo que aquí vivimos; nadie garantiza que el cambio de partido en el Gobierno remedie los destrozos causados, pero una gran mayoría de españoles opina que sin ese cambio no hay solución a la vista.
Es la cuestión de las condiciones necesarias y suficientes. Es decir, que Pérez Rubalcaba pierda el 20-N no es suficiente para salir del túnel, pero que pierda es condición necesaria para poder salir del túnel… antes de que el túnel se hunda. Dicho de otro modo, ¿será necesario que Felipe González siga insultando en sus mítines al candidato popular? Quizá piense que su presencia no es suficiente para detener la sangría de votos que produce su patrocinado.
El caso es que allá en Atenas los políticos parece que se han aplicado los consejos recibidos en Cannes cambiando de gobierno. Qué piense de ello la gente es otro problema que no tendrá respuesta quizá hasta la primavera, si es que las cosas comenzaran a marchar. Pero encuestas recientes muestran una mayoría de la población favorable a que un gobierno de concentración nacional comience por ponerse a las tareas pendientes antes de convocar a elecciones.
De no haberse producido el acuerdo entre Y. Papandreu, primer ministro, y A. Samaras, líder opositor, bendecido por K. Popoulias, presidente de la República y miembro como Papandreu del partido socialista, esta mañana las bolsas y demás mercados financieros habrían protagonizado una debacle aún mayor que las que vienen haciéndose habituales. Y el mundo confía en que esta misma mañana quede zanjada la incógnita de quién presidirá el gobierno de emergencia; si otro político o, por mor de la credibilidad, alguien más relacionado con el mundo económico, como el ex vicepresidente del Banco Central Europeo, L. Papademos, o el hasta hora ministro de Finanzas E. Vanizelos.
El panorama dista de haberse aclarado dadas las condiciones que gobierno Papandreu puso en su última reunión al que le suceda: que una mayoría cualificada de la cámara apruebe los acuerdos tomados por la UE del pasado 26 de octubre, y que antes de fin de año tenga listos los presupuestos para 2012. En fin, no deja de ser una extraña rendición.
Tal vez merezca la pena una breve reflexión sobre los tiempos de la política. El primer aviso que la UE dio a Grecia se produjo en diciembre de 2009. Cerca de dos años han sido precisos para que la política de partido se haya rendido a la realidad. Aquí, España, no hizo falta que llegara el aviso desde Bruselas, pero ha pasado tres cuartos de lo mismo… lo que tenía que pasar.