“…Se atrevió también la regia virgen, / ignorante de a quién montaba / a sentarse en la espalda del toro…»
Si los clásicos no hubieran sido arrinconados, si los políticos leyeran algo más que resúmenes ejecutivos, si Europa tuviera conciencia de su ser y líderes resueltos a apostar por ella sobre sus intereses nacionales, el número montado por Papandreu duraría lo que un caramelo a la puerta de un colegio. Grecia sería invitada a salir del club en el que no debió ser admitida.
La insólita maniobra del socialista heleno, queriéndose cubrir las espaldas con un referendo sobre lo que formalmente asumió tres días antes en la cumbre europea, puede llevarse a Europa por delante y, con Europa, al resto del mundo. La debacle del euro sería el gran fin de fiesta que iniciaron en Estados Unidos Bear Stearns, Fannie Mae y Freddie Mac, y remató Lehman Brothers quebrando el 15 de septiembre hace tres años, un mes y diecisiete días.
De la dupla germano francesa, aguerridos defensores de sus propios intereses, depende mucho más que la liberación de la Europa secuestrada por ese Zeus de andar por casa que con la apelación al voto de sus conciudadanos se confiesa irresponsable de sus propios actos. La mecánica interna del club del euro hace poco menos que imposible expulsar al tramposo, al socio admitido en solitario dos años después de su constitución y sobre un cúmulo de falsedades como las que siguen manifestando.
Ahora pretende llevarse Europa hasta el abismo, porque eso es lo que se abriría de aquí hasta enero, fecha comunicada para la consulta. La ingenuidad del francés Sarkozy es preocupante. A poco de conocer la treta pidió al colega griego que lo adelantara a diciembre y para preguntar no sobre el plan de salvamento sino directamente si quieren permanecer en el euro. ¿Y?
Son ganas de postergar la solución; los griegos dirían que claro que quieren seguir, y vuelta a empezar; otro año en el filo de la navaja. Mientras tanto ¿hasta dónde y cuándo puede resistir el tejido social de nuestro país? Más desempleo, menos recursos, déficit imposible de domeñar… Todo ello bastante más preocupante, aunque también lo sea, que el hecho de que las perspectivas sobre las deudas soberanas de los países europeos hagan quebrar bancos de inversión como el MF Global, Quinta Avenida con la calle 55 de Nueva York.
De la cumbre que mañana y el viernes se reúne en Cannes depende mucho, y no estamos en las mejores manos. Ni Merkel se atreve a poner en práctica el consejo de su partido bávaro, el CSU: “Los estados del euro que no cumplan las reglas comunes de disciplina presupuestaria y por ello provoquen problemas a la unión monetaria deben asumir su expulsión de la unión monetaria». Veremos.