Dice Rubalcaba que pone la mano en el fuego por su colega Blanco, José Blanco o Pepe Blanco. Y la pone porque dice saber que no ha hecho nada; “es un caso electoral”, y dio por zanjada la cuestión. ¿Quién la pondrá por Rubalcaba?
Sería un buen alegato de defensa si su autor no hubiera manipulado la realidad tanto y tantas veces. En ello se doctoró cuando Felipe González le encomendó la cartera de Presidencia, las relaciones con las Cortes y la portavocía del Gobierno en aquel primer trienio negro socialista, 1993/96. En este segundo, el que ahora cierran su derrota y la salida de Zapatero, ha mareado la perdiz en cuestiones, resumiendo, como el Faisán, los EREs andaluces y ahora Pepe Blanco; hace quince años fueron el Gal, las escuchas del CESID, Filesa, Roldán, Salanueva, etc.
La verdad es que se acostumbraron a ponerle a bailar con la más fea, y él nunca le hizo ascos. Meterse ahora a defender al ministro de Fomento en funciones, cuando el propio Blanco ha manifestado que se retira de la línea política, no deja de revelar afición. ¿La suficiente como para hacerse con la mayoría del congreso partidario de febrero?
No parece que esté en ello el felipismo, que hubiera preferido verle al frente de una gestora encargada de organizar el congreso, lo que le cerraba automáticamente el acceso a la secretaría general. Pero no le faltan voces de apoyo; tal vez estén demasiado implicadas en la crisis sufrida y lo que el partido requiera sea una renovación real, profunda. Cómo no va a haber entre sus militantes algo diferente, mejor, que los ya contrastados Chacón y el propio Rubalcaba.
Extraño resulta también que Manuel Chaves se postule para revalidar su presidencia. ¿Será posible que haya olvidado las chapuzas –y como los jueces califiquen el desmadre descubierto- con que se produjo la Junta andaluza bajo su mandato? Tampoco parece que el partido vaya a comprar ese marrón.
Y es que las cosas suelen ser lo que representan, y los manejos de un ministro dentro de su auto estacionado en una gasolinera y despachando con un industrial al que luego no duda en descalificar… blanco y en botella. Eso, la leche.