Entre noticias tan estimulantes como que en septiembre cayeron en el paro, aquí en España, 3.000 personas ¡al día!, la recesión que viene, el empresario gallego que se acusa de haber suministrado fondos a un ministro, las huelgas políticas de docentes madrileños y los cierres hospitalarios catalanes, en medio de este pandemónium, el nacimiento de una empresa cultural con ambición global viene a ser como corriente de aire fresco en fumadero de opio.
Se trata de una tribuna para el diálogo en los campos literario, cultural y de las ideas. Que persigue soluciones “de acuerdo con las mejores tradiciones de la Hispanidad. Y no olvidemos –siguió diciendo su protagonista- que Hispanidad rima con Libertad”.
Así presenta el propio Mario Vargas Llosa la Cátedra que lleva su nombre, ayer nacida en el palacio de la Zarzuela por decisión del patronato de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, presidido para la ocasión por don Felipe.
El Príncipe de Asturias subrayó que esta “grandísima noticia” aprovecha la experiencia y modelo público-privado de la citada fundación, en cuyo patronato conviven desde hace once años el mundo universitario, el de la empresa, fundaciones privadas y organismos públicos.
Y es que más allá de lo noticioso hay realidades que incitan a la confianza en nuestro propio tiempo y en un futuro mejor. Surgen de gentes que entienden que la cultura, más allá del pensamiento y las humanidades, es todo cuanto forma parte de la vida de un pueblo, y que se decanta en el discutir “alturadamente”, en expresión del último Nobel español y antes premio Príncipe de Asturias y Premio Cervantes.
De gentes que ven las fronteras como metas a superar y se sienten creadores de espacios para la libertad. Que tienen conciencia universal; que contemplan la distancia que media entre Iberia y el continente americano como un espacio a llenar de diálogos y puestas en común, y se aprestan a hacerlo a ambos lados del Atlántico. Ayer mismo inició su vuelo con una conferencia del escritor y diplomático Jorge Edwards, embajador de Chile en París.
Con esa vocación, y un presupuesto inicial de medio millón de euros anuales, nace la Cátedra Vargas Llosa, el humanista que hace un año pedía en Estocolmo: “No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos –aunque nunca llegaremos a alcanzarla– a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer.”
De todo eso va este aire fresco y bien cierto que ayer comenzó a hacerse sentir desde Madrid.