Seguimos perdiendo tiempo como si nos sobrara o fuésemos ricos. Pero todo acaba pasando y de los cuatro meses perdidos por razones exclusivamente partidistas, impuestos por el candidato Pérez Rubalcaba cuando negoció el recambio del presidente Rodríguez Zapatero, ya sólo queda uno y medio.
Lejos de afianzar su incómoda posición de partida, el ex vicepresidente socialista sigue enredándose en cuestiones marginales, alejándose de lo que importa radicalmente a los españoles: la angustiosa situación económica de la mayoría.
Nuestra sociedad está cayendo en un dualismo propio del tercer mundo: lujo y bienestar en los círculos privilegiados que contrastan, cuando no hieren, con el penar y carencias de los parados, indigentes y rentas de supervivencia.
Nadie está advirtiendo a quienes desconocen el estado de la cuestión que los cinco millones en paro seguirán estándolo un año más si es que las cosas no se tuercen y en lugar de que el sol vuelva a salir en 2013 no amanece hasta el año siguiente.
¿Qué demonios hacen los docentes en huelga? Malos tiempos son los de las campañas electorales para poner las cosas en su sitio, pero lo que estos ciudadanos merecen no es precisamente el apoyo de sindicatos y partidos socialista y comunista, sino la calle; ser remplazados por tantos otros docentes en paro.
¿En qué demonios andan hacen las autoridades regulatorias y fiscales que no hacen devolver lo ingerido a los sinvergüenzas que se llevan la caja de empresas en quiebra que habrán de reponerse con dineros de nuestros bolsillos, con nuestros impuestos? Empezó el escándalo con Hernández Moltó –el de “míreme a los ojos” que espetó siendo diputado socialista a un gobernador del Banco de España- en compañía de otros irresponsables de la caja manchega, y aún no ha terminado.
¿Con qué permiso y de quién el presidente saliente cambia ahora su ridícula alianza de las civilizaciones por el escudo antimisiles de la OTAN, alojando en España la gran base operativa europea? Y aquí uno, el ciudadano, puede estar de acuerdo, o no, pero se merece el respeto que le ha hurtado un presidente de salida. Como si no dejara suficientes hipotecas –la economía, la justicia, las autonomías, Bildu…- pendientes de atender.
En fin, a ver si llega pronto la normalidad y volvemos a ser considerados como país serio. Empezando por nosotros mismos.