No fue hace dos años cuando el ejecutivo dio la campanada para sacar a bolsa la Lotería. Ni uno, ni medio; fue la semana pasada, el viernes, concretamente, y cinco días después, el miércoles 28, echa el freno y da marcha atrás. No hay iniciativa, anuncio de planes, reformas ni amenazas que lleguen a buen puerto. Improvisación es el nombre del juego.
A estas alturas ya casi todo da lo mismo, hasta la conferencia programática que el candidato gubernamental hoy abrió en Madrid. Cuanto pasa, tantas idas, vueltas y revueltas como se traen autoridades salientes, caso de la vicepresidenta Salgado y el ministro Blanco resulta difícil de superar; homérico.
¿A quién se le ocurre lanzar una campaña para captar inversores sin catar previa y seriamente el mercado al que va dirigida? Pues a estos. La crisis no ha estallado de improviso, y hasta los seguidores de Belén Esteban, por poner, saben que la liquidez se secó sin dejar rastro de dónde sacar para invertir. La última privatización de una Lotería importante fue hecha hace justamente tres años, la del Estado de Illinois, USA.
Pero es que además del ridículo mundial, la frivolidad no es gratuita. Todo estaba listo para los road shows que comenzarían el lunes próximo en Londres, Frankfurt, Zúrich, Nueva York y Boston, y la campaña de publicidad aún permanece viva en la prensa y vallas que pronto anunciarán políticos. Y han transcurrido ya cuarenta y ocho horas tras el apagón de luces. ¿Cuántos euros estará costando la fiesta de la vicepresidenta?
Esta es la última, pero son ya demasiadas las tomaduras de pelo sufridas con las pensiones, la reforma laboral y demás planes que se quedan a medio camino, cuando no descarrilan. Claro que luego llega la Sra. Merkel y felicita a Zapatero, ayer en Varsovia, por haber hecho tantas reformas en tan poco tiempo, dicen las fuentes gubernamentales españolas que dijo. Parece claro: o no dijo eso, y ciñó su felicitación a la reforma constitucional que ella misma pidió, o la canciller ha comenzado los recortes alemanes por su propio gabinete despidiendo al asesor sobre España. Pero en esto, como en teatro, así es si así le parece a la dama que manda.
Y hablando de teatro, este afán por soltar velas y recogerlas al primer soplo no es privativo del Gobierno nacional; ahí va el señor Mas con sus hospitales, asilos, el impuesto a los ricos y demás planes con freno y marcha atrás, como los cuatro corazones de Jardiel Poncela. Con ello ha conseguido soliviantar a demasiado personal sanitario como para estar tranquilo si uno sufriera un alifafe en Cataluña. Por cierto, Jardiel a sus Cuatro corazones con freno y marcha atrás le puso un título alternativo: Morirse es un error. Lo estrenó en 1936, que para crisis…
De vez en cuando hay que mirar para otro lado, si se puede. Cuestión de salud mental. El propio Jardiel dejó escrito que hay dos sistemas para conseguir la felicidad: uno hacerse el idiota; el otro, serlo.
Pues, señor mío, hágase el idiota y tome un descanso de la política porque le va a dar un infarto si sigue con ella. Salud!
Me resultaría difícil… Gracias por el buen deseo.