¿Cuántos españolitos creerán que a los ricos, los de verdad, les importa demasiado el impuesto sobre el patrimonio?
Asombra la desfachatez de algunos políticos. Gentes de carrera, incluso culminada con honores como es el caso del candidato Pérez Rubalcaba, no tienen el menor escrúpulo en tratar de sacar provecho –algún voto- jugando con las cosas de comer, como el ahorro.
Está pasando con el cuento del impuesto sobre el patrimonio. Si por el centro derecha no hay nada que rascar, saquemos a indignados y demás marginalidades el señuelo de “a por los ricos”. Que paguen, que para eso tienen…
Él mejor que nadie sabe que no pagan más quienes más tienen, sino quienes no tienen… otro remedio que pagar. Que los impuestos directos son cosa de las clases medias, como dijo el propio Zapatero al advertir que las altas cuentan con “diversos instrumentos y fáciles mecanismos de elusión”.
Era el 2008. El ministro Pérez Rubalcaba dijo para el bronce: “bajar impuestos también es de izquierdas” y el PSOE lo suprimió cumpliendo así una promesa electoral que ahora parece dispuesto a revertir en el mismo ejercicio. ¿Será para dar confianza?
Lamentable este tipo de campaña que, además, no logra movilizar nada en favor, según muestran las encuestas más amigas. Cuando se ha puesto tanto empeño en torcer las cosas resulta arduo volverlas a enderezar. Aunque para este tipo de políticos nada resulta imposible.
La memoria no olvida a la truncada candidata nacional, ahora destacada en la lista de Barcelona, diciendo: “suprimir el Impuesto sobre el Patrimonio es bueno y acertado porque es obsoleto, y en un 85% se está cargando sobre las rentas medias”. Fue en la anterior precampaña, hace cuatro años. Hoy ha dicho exactamente lo contrario.
En cualquier caso lo relevante es que el candidato dijera hace semana y media en Bilbao que hay que volver al impuesto sobre el patrimonio pero «no como era antes, que era un impuesto de clases medias», sino como un «impuesto sobre la riqueza”. Sabe que eso hoy es imposible, ya que el Gobierno no puede crear un nuevo impuesto sin Ley aprobada en el parlamento, que para eso fueron las cámaras creadas. Además, en cualquier caso, no comenzaría a ser efectivo hasta 2013.
Lo que todo ello viene a significar que el dichoso gravamen le importa un pimiento.