Está bastante claro que la reforma constitucional en curso se ha hecho de cualquier manera. También lo es que asomados al precipicio de una intervención, como lo estamos, hay que hacer lo que sea menester para evitarla y ya, díganlo Merkel o su pocero. Y que la oposición no puede ponerse a silbar mirando para otra parte; bastante desgaste le ha supuesto la incapacidad mutua –de socialistas y la propia- mostrada hasta ahora para alcanzar cualquier acuerdo, salvo para el gobierno en Vitoria.
Las posiciones de los nacionalistas en este asunto son las naturales en gentes que se creen diferentes y a lo suyo van así caigan chuzos de punta. Lo del comunista y otros gauchismos periféricos, también; cuestión identitaria. No así las de los regionalistas canarios y doña Rosa Diez; ésta porque no se sabe a qué va, echando la caña en todos los pozos, y la de los canarios porque tiene tela verlos travestidos de nacionalistas. Pero lo de Francisco Álvarez Cascos…
Como un Revilla cualquiera -¿será cosa de la vecindad?- anuncia que se presentará a las elecciones generales del 20-N. Y no contento con volar el centro derecha asturiano dice muy serio que el FAC, iniciales personales que ha trasladado al Foro, según establece el artículo primero de sus estatutos, se hará presente en Madrid. Razón: lo mal que lo hace su partido original.
Dice FAC que los populares tenían que haber rechazado la constitucionalización del equilibrio fiscal. Que hubiera bastado con restablecer la Ley de estabilidad presupuestaria del gobierno Aznar que los socialistas se cargaron para comprar apoyos nacionalistas. No explica cómo, ni falta que hace porque, sencillamente, es impracticable.
La verdad es que Cascos recuerda demasiado al Fraga de los años 70, su antiguo jefe en la Alianza Popular. Ayer recordó con dudoso estilo el señor Duran el desafecto de aquellos populares al consenso constitucional. Es curioso: cómo su viejo maestro ha venido evolucionando hacia la sensatez mientras el pupilo pierde el oremus con tanta facilidad.