Es como lo de Camps. No podía ser de otra forma, salvo catástrofe. Se rejunta la pasta del primer rescate que el Gobierno Papandreu no ha podido/sabido utilizar, se añade un poco más, se refinancia la deuda echándola pa’lante y rebajando el interés, y a los bancos pillados con sacos de ella, fraceses y alemanes, se les llama a ponerse recomprándola con las nuevas condiciones. Básica y groseramente, éste ha sido el bálsamo de Fierabrás que ayer devolvió los pálpitos a las bolsas europeas y a las primas de riesgo desbocadas, como la nuestra.
Grecia será un caso único, se han apresurado a proclamar las autoridades europeas. La nacional ha insistido en que se trata de un acuerdo “fuerte, concreto y preciso… que nos permite tener expectativas para la recuperación económica”. Conocidas las dotes predictivas del primer ministro español es como para echarse a temblar; de momento hoy el Tesoro hizo la colocación más cara en lo que va de siglo de sus bonos a diez y quince años, mientras la prima de riesgo bajaba, eso sí, de los 300 puntos.
La tasa a los bancos queda de momento en la cartera de Pérez Rubalcaba, pero el sector está llamado a apoquinar hasta cerca de 40.000 millones €, que no es baladí
En resumen, con préstamos de hasta treinta años con diez de carencia Grecia, de momento, puede seguir llamándose Grecia aunque su capital se haya mudado a Bruselas, punto geográfico a 3.000 kms. de Atenas, situado sobre Berlín y París que son los que mandan. El acuerdo parece más razonable que el anterior paquete de salvamento, francamentente imposible de cumplir. Aunque lo menos razonable de la situación siga ahí presente: una sociedad que se resiste violentamente a salir de la quiebra en que está.
Ojo con la veracidad de nuestras cuentas.