Mientras el presidente de la Generalitat tenía que salvar en helicóptero el cerco de los salvajes -45 heridos- que afrentaban al resto de los parlamentarios, el responsable de Interior del gobierno socialista exprimía su ingenio en la sesión de control parlamentario para ningunear a la oposición diciendo que no quería alimentar “un debate tóxico para la democracia”.
A ciento cincuenta metros, en la madrileña Puerta del Sol, siguen asentando sus reales una docena de no se sabe qué, con la anuencia cómplice de la policía nacional que controla el mismo ministro de Interior y candidato socialista a las elecciones generales que se celebrarán en otoño.
En la Plaza de España de Palma que ocupa la sucursal mallorquina de esta tropa, un petardo revienta una papelera, mientras que en Madrid le tocan la cara al líder de IU Cayo Lara cuando pretendía sacar tajada entre quienes protestaban por un deshaucio.
Y el ministro hablando en la cámara de la representación popular de debates tóxicos para la democracia.
¿Hay en la democracia algo más tóxico que incumplir la ley por parte de quienes han hecho promesa de hacerla cumplir? Pues el ministro de Interior, portavoz del Gobierno y sucesor de Zapatero a título de candidato opina que sí: los debates de los Diputados en las sesiones de control al Gobierno. La violencia callejera que campa a sus anchas no es tóxico para Rubalcaba; vejar a los representantes de la sociedad, tampoco, ni ocupar plazas y calles sin la autorización reglada.
¿Cómo no va a haber indignados? Algún millón se dejó notar el pasado 22 de mayo huyendo de las listas del PSOE, y seguirán aumentando mientras el Gobierno siga sin resolver nada; ni el elemental orden en las calles, fundamento de la convivencia pacífica.
El presidente Zapatero dijo ayer otra frase para el marmol: “no”. Le habían preguntado a la entrada del Congreso si le preocupaba la deriva que está tomando el 15-M. Naturalmente, fuentes de La Moncloa trataron enseguida de matizar que el presidente está en contra de cualquier manifestación de violencia que impida el ejercicio de derechos, venga de donde venga (sic).
Y entre tanta cuestión tóxica para la democracia llevamos ya veinticuatro días perdidos.