Será que nos lo merecemos. O que tenemos demasiadas culpas que penar, pero aguantar dos semanas más a los políticos sueltos por las calles de España puede terminar con nosotros. O con nuestra capacidad de raciocinio, al menos.
Pobre Felipe González, diciendo lo que no piensa para que los dos perdedores que ayer le flanqueaban en Madrid no digan mañana que no echó una mano en este final del adanismo neosocialista. Y de paso, velando las armas de su candidato a sucesor: “con Rubalcaba a la cabeza” el gobierno Zapatero ha sido el más eficaz en la lucha contra el terrorismo.
Espectacular. El ex se muestra capaz de superar al actual, que tampoco acusó falta de trapío con aquello de que “la derecha no cree en el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni en el derecho al aborto, ni en la ley de igualdad“; las tres grandes aportaciones dogmáticas de ZP, Aido, Rubalcaba y Pajín, entre otros. Pero aún fue más allá en Gijón: “el PP desmantelerá el Estado de Bienestar y lo dejará al pasto de la inversión privada”.
Lástima que de bienestar haya dejado tan poco, y qué decir de cómo quedan las capacidades de la inversión pública; imposible la habeis dejado para vos y para mí, como Zorrilla puso en boca de don Luis, hecho una fiera por haberle arruinado don Juan el amor de doña Inés.