Sin dramatismos: sólo un insensato es capaz de empecinarse en seguir al frente de un gobierno que no puede gobernar, soportado por un Congreso convertido en zoco donde las minorías venden los votos prestados por sus antiguos electores por un puñado de lentejas. A eso condena al país el presidente del Gobierno. Lo siento por mi amigo JJ., pero no veo remedio para dejar de mentarle cuando del interés de la nación se trata.
El personaje ha devaluado por encima del 25% el valor de su propio partido, el histórico socialista, en sólo cuatro años; pero aún más grave es la pérdida de valor del país: un 46% refleja el IBEX 35. Añádanle el resto de negocios, talleres, familias en paro…
Y ahora, en quince días asistiremos al número del alzamiento de alfombras en unas cuantas autonomías y otras tantas alcaldías de alto rango. ¿Hasta dónde llegará el déficit ocultado por la creatividad financiera de las autoridades salientes y amparado por los inspectores del Gobierno que se resiste a salir?
Muchas cosas va a tener que explicar en Bruselas la vicepresidenta Salgado además de lo de Cataluña. Pero eso sí, las preocupaciones del personaje y sus tiempos comienzan por el partido; el país, que vaya tirando. En la Moncloa se pudo oir ayer este breve diálogo, a la vuelta de Ferraz tras la Ejecutiva socialista.
– A ver si Rajoy se atreve a negarme ahora un pacto de Estado.
– Eres un lince, presidente. Pero lo de Rubalcaba…
– Déjate. Aquí el único que me ha salvado la cara es Fernández Vara. Mira con qué desparpajo hablaba.
– ¿Entonces lo de Barroso…? ¿Qué le digo yo ahora a Carme?
– Yo me ocupo, Pepe y confía en mí, ¿cuándo te he fallado?
– Presidente no te pongas así.
– ¿Pero qué esperabas con cinco millones de parados?
– No, si acabo de decir a la prensa que no es hora de lamentarse sino de levantarse.
– ¿Levantarse; pero a dónde quieres que vaya ahora?
Y en esas seguiremos un año más, si los que pueden no lo remedian. Y ya llevamos un día perdido.