La ministra de Defensa renuncia a la carrera de las primarias. Por ahora viene a decir. Y aclara que toma la decisión por la unidad del partido y por la estabilidad del Gobierno y de su presidente.
El movimiento de la sra. Chacón, hasta ahora favorita de Zapatero para su relevo, quizá produzca el efecto contrario. Sin primarias en las que discutir sobre quién, el partido socialista no puede seguir adelante sin definir el qué. El Congreso Extraordinario está servido en bandeja… salvo que todos hayan perdido el instinto de conservación.
Y de un Congreso, además del restyling ideológico-programático saldrá también un nuevo candidato para las próximas elecciones que, obviamente, querrá ser secretario general del partido. Todo ello desaloja del poder al actual presidente y secretario general. La renuncia de Chacón, pues, no parece el método idóneo para preservar la estabilidad del Gobierno del que forma parte, ni del presidente a quien tanto debe.
El proceso consumirá no menos de dos/tres meses, tiempo perdido para los intereses perentorios de la nación pero que estaría bien empleado si el Congreso Extraorinario acertara en la definición de la nueva vía que tomen los socialistas españoles.
El precedente de 1979 es interesante de recordar. Perdidas las elecciones en el 28 Congreso Felipe González renunció a la secretaría general con un “ahí os las compongáis” hasta que el partido no se apeara de la definición marxista que arrastraba en sus estatutos. Se abrió un impasse durante aquel verano y en septiembre recuperó el poder. Durante aquellos meses se hizo cargo del partido y preparación del Congreso Extraordinario una pequeña comisión gestora de cinco miembros encabezada por un abogado que luego sería presidente del Senado. ¿Podría ocupar ahora un papel similar Bono, el presidente del Congreso?
Sea de ello que fuere, los problemas siguen acumulándose sobre la piel de toro y ya llevamos tres días perdidos.