La contabilidad nacional detecta crecimiento del gasto público en el primer trimestre del año después de haber registrado tasas negativas en los cuatro anteriores. Huele a maquillaje; a que entre enero y marzo de 2011 se han regularizado gastos diferidos en 2010. La alternativa, es decir, que realmente el gasto de estatal se haya incrementado durante el trimestre, aún sería peor.
Porque las administraciones siguen sin pagar facturas pendientes por miles de millones a constructoras, empresas de limpieza, de formación laboral, eléctricas, hasta farmacéuticas. O sea que por ahí no va la cosa. Y tampoco por el crecimiento del paro, pues salen de las nóminas del desempleo -por agotamiento de los períodos de asistencia- tantos como entran. ¿En qué se gasta pues?
Por razones de política interna el Gobierno podría estar aflojando el control del déficit para cebar la bomba de la actividad, que por algo el consumo público viene a ser una cuarta parte del PIB. De otra forma no se explica el ligero crecimiento del Producto cuando el consumo privado ha seguido disminuyendo. ¿Estarán haciendose trampas en el solitario?
Cada vez resulta más urgente terminar con esta situación. Como el ocupante de La Moncloa no parece dispuesto a mover ficha -es decir, a convocar ya las elecciones generales- la solución está en manos de quienes pueden decirle con autoridad que con las cosas de comer no se juega. La mayoría de nuestras grandes cotizadas está salvando con sus negocios en el exterior lo que pierden en el mercado nacional. O sea…