Después de La vuelta al mundo en 80 días, Julio Verne publicó, también como folletón en las páginas de “Le Temps“, una novela desopilante que casi un siglo más tarde Philippe de Broca llevó al cine con Belmondo y Ursula Andress: Tribulaciones de un chino en la China. Me vino a la memoria tras leer el lío que Zapatero y ayudantes montaron tras desayunar en Pekín con un grupo de financieros chinos.
Los canales de propaganda nacionales informaron recién terminado el encuentro que China Investment Corporation iba a invertir 9300 millones de dólares americanos, 6216 millones de euros, en Cajas y deuda españolas. CIC, el fondo soberano que gestiona parte de las reservas chinas no se demoró en desmentir lo aquí anunciado. Afirmaron que lo están estudiando, que no hay nada decidido y que no saben de dónde ha podido salir la cifra; su vicepresidente Xie Ping, presente en el desayuno de la embajada española, no mencionó cifras, “no sabemos de dónde han podido salir”.
Hoy, nuestras autoridades deslizan que las posibles inversiones procederán de otros fondos.
Es lo que sucede cuando la la política se transmuta en propaganda. Vergüenza.
Los chinos apostarán algo en la ruleta nacional, caben pocas dudas porque lo vienen haciendo desde hace tiempo. Y 9300 millones de dólares vienen a representar el 2,5% de lo que el CIC tiene para invertir.