Las urnas peruanas dieron razón a Mario Vargas Llosa; en la segunda vuelta el pueblo habrá de elegior entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori; entre el militar que inició un golpe en el año 2.000 contra el entonces presidente Alberto Fujimori, y la hija de éste que solía hacer de primera dama tras el divorcio de sus padres.
Ayer comenté en una columna publicada por Infolatam que los resultados -provisionales a la hora en que escribí- eran consecuencia directa de la división entre los sectores urbanos y más ilustrados; dicho de otra forma, de la dificultad para juntar esfuerzos que suele aquejar a los grupos liberales y conservadores, en Perú, en Venezuela y aquí.
Ollanta es una incógnita oscilante entre Hugo Chávez y Lula. Keiko tiene un programa formalmente tan razonable que podría conseguir las adhesiones de los votantes del expresidente Toledo, el exalcalde Castañeda y del sorprendente Kuczinsk.