Lástima asistir a la decadencia final de un medio de comunicación. “El País” ha sido el mejor diario español durante tiempo. Hoy es un lamentable elemento de agitprop. No tanto al servicio de nadie; a su propio servicio. Es él mismo quien pretender dictar el rumbo de las difusas izquierdas que alimentan la pérdida de los valores cívicos de propios de una sociedad occidental.
Tiene mérito dedicar hoy una página a la memoria histórica del movimiento gay, ilustrada con un crucificado arropado con la multicolor enseña de gays, lesbianas y otras marginalidades sexuales. O dos más a descalificar la propuesta del alcalde de Madrid para dar cobijo a los indigentes y sacarlos de las calles. Ruiz-Gallardón pide un debate en profundidad sobre los usos de las vías públicas y el diario global responde con una fotogarafía a toda plana de un indigente polaco que dice preferir la calle a los albergues.
Y como no podía ser de otra forma, nuevo artículo para el juez estrellado en el que un abogado del Estado en excedencia llega a comparar los juicios a Garzón con el caso Dreyfus. Nada menos. Dentro de las líneas que enhebra en su defensa escribe que los respectivos procesos penales han sido utilizados no para hacer justicia sino para otros fines… Convendría aclarar que no se refiere a los procesos o instrucciones que Garzón ha llevado a cabo sino a los que ahora le han caído encima.
Pero lo definitivo es la forma en que José Luis Fuertes Suárez se cisca en el derecho procesal cuando subraya lo que llama el derecho a conocer la verdad. El escrito de este abogado del Estado que, por cierto, estuvo destacado ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, concluye así: “Nunca se puede pensar que perjudique a la institución judicial el que un juez dedique sus energías y su vida a cumplir al máximo las exigencias del derecho a la verdad, e incluso si lo hace con “exceso” de celo”.
Vamos, lo más parecido a lo que en la antigua prensa del Movimiento, franquismo, el turiferario de guardia escribía sobre la lucecita del Pardo que iluminaba los desvelos de quien no podía dejar solos a los españoles. País.