¿Le extrañaría toparse con este titular en la cabecera de su periódico cualquier día del mes que viene? A mi, no. Es más, me lo imagino antes. Con propiedad o sin ella a Manuel Chaves le están dejando cual no digan dueñas, que decían Cervantes y Quevedo.
Los disparos comenzaron a hacer diana sobre varias Consejerías de la Junta que presidía. Ahora el alza de la escopeta le apunta ya directamente a él. Las presunciones son demasiado lacerantes como para seguir tarareando la cantinela del “y tú más”. Por ahí no podrá esquivar los proyectiles hasta el 22 de mayo, objetivo que quizá le hayan puesto por delante. Y tal vez le fuera mejor al partido su renuncia antes de la noche de los carteles.
Andalucía seguirá alumbrando nuevos affaires, porque cuesta abajo resulta muy difícil detener el patín. Y más aún romper la dinámica que pueden desencadenar los divorcios destemplados.
Esto no va de meras irregularidades administrativas, como trató de excusar el secretario de organizacion del PSOE y portavoz socialista Iglesias, don Marcelino, quien simultánea su cargo partidario nacional con la presidencia de la Comunidad Autónoma de Aragón. Tanto afán produce torpezas, como comparar lo incomparable, y distrae del fondo de la cuestión, aquí y allá: las mentiras.
El día D, tras su dimisión como Vicepresidente del gobierno Zapatero, Chaves anuncia que no se presentará a la reelección como presidente del partido en el Congreso próximo. Desde entonces ha vuelto a vivir. La foto en sepia de la merienda del clan de la tortilla se desvaneció definitivamente en la nostalgia.