Es cuestión de sanidad pública despejar la atmósfera que aplasta este país nuestro, trufado de denuncias de corrupción, con ayuntamientos y gobiernos regionales dedicados full time a sortear la picota, con un Gobierno central del que tanto ya se ha dicho que cualquier añadido resulta ocioso, y el partido que lo sostiene, dividido ante cada asunto que se presente: Sortu, el presidente en la campaña, la dimisión del vicepresidente Chaves, etc.
La oposición sigue entrenando, o eso parece porque no se la ve en la cancha. Y las oposiciones de la oposición, sindicatos y otras instituciones, convertidas en meras rémoras nutridas por nuestros impuestos para trabar aún más las cosas. ¿Qué sentido tiene seguir así?
Los tiempos del presidente, eso que esgrimen sus palafreneros para justificar la inercia, no son los de la Nación. El país precisa con urgencia tratamientos de choque para provocar la reacción de sus recursos más dinámicos. Reformas estructurales cuyos efectos no son inmediatos; cuanto más se demore su puesta en marcha, más tarde saldremos del hoyo. Es decir, que el sistema seguirá expulsando millares de personas al paro.
¿Por qué desaprovechar la oportunidad de mayo? El pescado está ya vendido, convoquen pues el mismo día a todos y para todo, salvo Xunta y Generalitat, recientemente renovadas. Nos ahorraríamos una pasta; del orden de los €120 millones.
Que la oposición pase al Gobierno no garantiza nada; no es condición suficiente pero, en mi opinión, sí necesaria. Y a partir de ahí, tal vez se recompongan los actores: los socialistas sean de nuevo el sólido partido nacional que con sus oponentes liberal-conservadores vuelvan a sostener el tinglado constitucional. Así fue ideado no hace tanto, 33 años. Sin ese doble pivote esto no funciona.