Los telediarios son hoy, vísperas electorales, un zafio ejercicio de propaganda. Ha vuelto la Televisión Española y de las Jons, pero ahora en color. Debe de ser cosa de la memoria histórica que el gobierno reactivó después de proponer la alianza de civilizaciones. Y visto lo poco que sale de las cunetas y cómo está el patio musulmán, en el ejercicio de revisitar tiempos pasados los agentes gubernativos han dado con las potencialidades de la propaganda televisiva. Y en eso andan.
Los telediarios planifican el orden de las informaciones, manifestaciones y demás contenidos ¿informativos? en función de la reacción más previsible en el espectador medio; como entonces. Aunque haya diferencias evidentes. El español medio de entonces sólo “leía” la tele; hoy el ciudadano tiene más de todo, radios, teles, diarios de papel, de los otros, internet, y hasta la misma calle, que ya es de todos.
Las próximas elecciones, entre otras cosas, van a servir de test para comprobar el nivel mental de nuestro español medio. Podremos acreditar el impacto que producen en su coeficiente intelectual fenómenos extraordinarios como Belén Esteban, Javier Vázquez, el sálvame, la salsa rosa, el tomate verde, hasta la noria y demás mandingas que ocupan buena parte de la parrilla televisiva.
Los fontaneros de Rodríguez Zapatero deben pensar que los canales de Roures, Berlusconi y demás artífices de la telebasura nacional han castrado la capacidad crítica de los españoles. ¿Tendrán razón? La verdad es que hay cosas francamente difíciles de comprender. Empezando por la paciencia ciudadana.