Al abandonar la presidencia del PDC chileno Soledad Alverar ha dado un paso ejemplar. Asume la responsabilidad en que ella y todo su equipo han incurrido por la persistente decadencia de la falange. Y no es ese gesto habitual en los políticos, ni aún perdiendo 300.00 votos en unas elecciones. En segundo término asume una decisión en caliente, sin dar tiempo a que avance hasta límites mortales la lisis que viene debilitando a la democracia cristina chilena desde hace años. Además, sale sin condicionar el futuro; dicho de otra forma, no se va para volver a subirse al tranvía en la esquina siguiente. No le ha concedido tiempo a las negociaciones ni cabildeos propios de este tipo de situaciones. Por todo ello, su gesto es digno de admiración.
Como también es digna de crítica la conducción del partido durante su mandato. No es excusa que también lo fue la de su predecesor, Adolfo Zaldívar, hoy senador independiente desde su abandono del partido en que milita toda la familia. Realmente la DC chilena no levanta cabeza desde la segunda mitad del mandato de Frei Ruiz-Tagle. El ex presidente de la colectividad, y de la República, se hizo con el control de la falange asombrando a propios y extraños al abrir las urnas partidarias a todos los militantes. La resonancia de un apellido singular, su determinación -fuera compromisarios- y hasta su mismo porte insuflaron ciertas dosis de aire fresco en los primeros años 90.
No es la DC el único partido chileno con problemas de fatiga de materiales. Las dos formaciones socialistas integradas en la Concertación sufren de similares tensiones y carencia de renovación. Yen poco se distinguen los que integran la Alianza derechista. Unos resultados aceptables en la UDI han servido de escusa a algunos para poner en cuestión la candidatura del empresario Sebastián Piñera, afiliado en RN, el partido vecino y que nadie de la coalición con deseos de triunfar en las presidenciales del próximo año cuestionaba vistas de las encuestas.
La dimisión de Soledad Alvear abre dos incógnitas. La de mayor trascendencia está referida a la candidatura de la Concertación para las presidenciales próximas. Ella no lo habría sido en ningún caso. Y de no recurrir nuevamente a Frei, la Concertación optará por un socialista. Cuántos demócratas cristianos estén dispuestos a un tercer mandato consecutivo socialista es la gran cuestión. Sobre todo si a éste se opusiera Piñera, el candidato más centrado que puede salir de las primeras filas de la Alianza.