Puestos a exhibir ocurrencias el señor presidente podría haber guardado más recato a la hora de engrosar el gobierno de la Nación creando nuevos ministerios y secretarías de Estado como si estuviéramos en época de vacas gordas. Porque se pueden acometer estupideces, como la de desarmar cuadros administrativos que tardarán años en reacomodarse, mantener en el nuevo equipo a la única persona reprobada por el parlamento o crear un ministerio de Igualdad, pero no parece que tenga sentido alguno mantener la ficción de una gruesa maquinaria estatal cuando el país está más descentralizado que las repúblicas federales.
Y mucho menos el no afrontar como es debido la crisis que viene. Haber dividido las responsabilidades de la conducción económica entre dos personas de enfrentadas, es una frivolidad impropia de un presidente de Gobierno.
Anuncian planes de choque con diez mil millones de euros, de los que más de la mitad serán empleados en gastos de bolsillo por las familias recompensadas fiscalmente; los famosos 400 euros de la campaña ZP. Una broma. Y mientras, el gobernador del Banco de España, a quien se supone informado por su cercanía política, llama la atención sobre el incremento de un gasto público aún no anunciado.
Rodríguez Zapatero ha jugado con el Gobierno que juró anteayer ante el Rey como un niño con su play station o el viejo mecano, armando y desarmándolo con un par de criterios visibles. De un lado, demagogia electoralista, el cultivo de esa bolsa de votos que le saca de apuros en tiempo de elecciones. Y por otro, amistades, caprichos y alguna tomadura de pelo. Entre estas últimas, resulta sangrante la confirmación la peor ministra de Fomento que este país ha sufrido desde los tiempos de la primera dictadura.
Sabido es que, más allá de la dignidad humana, la democracia se asienta sobre una serie de valores convenidos. El depósito de la soberanía popular en el Parlamento es uno de ellos. Pues éste es el presidente que se ha ciscado en la soberanía popular al volver a confiar una cartera ministerial a la persona reprobada por el Senado. De la Igualdad hablaremos otro día; y de la Libertad también.