La decisión de la Reserva Federal de EE.UU. de adelantar la decisión que habría de debatir el próximo día 30 actuó como bálsamo relajante en la mayoría de los mercados financieros de Latinoamérica y Europa. Está por ver el eco con el que respondan mañana los asiáticos al recorte de tres cuartos de punto en el interés de los fondos federales que indicia los préstamos entre bancos El 3,75% es un nivel olvidado en el área del dólar desde septiembre de 2005. Pero más relevante será la prueba de si el bálsamo ayer suministrado por la autoridad monetaria norteamericana tiene efectos vigorizantes o simplemente adormecedores.
La reciente salida del presidente Bush no tuvo ningún poder tranquilizador en unos mercados sacudidos por incertidumbres. La primera, la profundidad de los efectos de la ingeniería financiera que hizo posible tanto crédito basura con que se alimentaba el crecimiento aparentemente sin fin que ha animado la última década. Cada semana, y así seguirá siendo durante la mayor parte del trimestre, bancos y demás entidades de crédito van alimentando esa sensación al facilitar el cierre oficial de sus estados financieros.
Ayer, la respuesta de los diferentes mercados norteamericanos tampoco fue como para pensar que terminó la pesadilla. La opción ejercitada por la FED, que también rebajó el tipo de descuento hasta el 4%, medio punto menos, muestra que la recesión da más miedo que la inflación.
Durante varios meses, los bancos centrales han tratado de facilitar liquidez sin aflojar el control de los tipos básicos. Ni éste ha servido para enfriar la inflación ni las derramas históricas de dólares, libras y euros fueron suficientes para eliminar las tensiones de liquidez en los mercados. Seguramente porque no son conocidas las dimensiones reales del posible agujero.
No es un problema de psicología colectiva; la situación tiene bastante poco que ver con los nervios que desató el ataque terrorista al World Trade Center neoyorkino en septiembre de 2001. El medio punto con que respondió la FED al nerviosismo desatado por los terroristas suicidas fue suficiente para apaciguar las aguas. Hoy no hay elementos claros para pensar que ocurrirá lo mismo.
Lo que sí parece claro es que se han producido algunas vías de agua en un sistema financiero internacional básicamente sano y bien regulado, que ha contribuido al crecimiento del PIB mundial cumpliendo su papel reasignador de recursos e impulsando así el empleo y la demanda agregada. Ha sido precisamente la sospecha de que no todos habían jugado de acuerdo con las reglas, el detonante de la situación, hace medio año ya. La sospecha o certeza de muchos préstamos son irrecuperables desata los mecanismos de autodefensa de las entidades financieras, se raciona el crédito, desciende la demanda de consumo, suben los intereses, se hace más difícil aún el pago de los préstamos,… y ya está la crisis activada hacia la recesión.
Problemas de sobre endeudamiento, caída de precios de los activos inmobiliarios y, consecuentemente de los financieros, crisis bancarias, desempleo y el estancamiento de la producción. Ese sería el peor escenario; la FED no podía hacer otra cosa. ¿Bastará para restaurar las expectativas inversoras, el empleo, el crecimiento? La respuesta está en el viento.