Paripé, según la RAE fingimiento, simulación, acto hipócrita, es precisamente lo que el señor presidente del Gobierno ha estado haciendo desde hace meses con Navarra.
Se escudará con cuanto se le pase por la cabeza para tratar de salir lo menos chamuscado posible de la última tropelía (atropello o acto violento, cometido generalmente por quien abusa de su poder, también según la RAE). E incluso habrá quien llegue a creer que el asalto al gobierno foral es responsabilidad exclusiva de los socialistas vascos, tan machos que han doblegado la voluntad del órgano de gobierno federal y de su secretario general, el mismísimo señor presidente del Gobierno.
Y ¿por qué no?, todo podría ser así si la jugada no estuviera cantada desde hace tiempo. Bajo el asertivo título “Entregará Navarra”, este columnista se preguntaba retóricamente en abril del 2006:
“¿Será consciente el aprendiz de brujo de La Moncloa de lo que ha costado ya ese alto el fuego permanente a la irlandesa que le han puesto delante?… No resolverá ningún problema real, como el futuro energético, la inflación, la calidad educativa o la libertad para rotular en castellano un colmado en Hospitalet, pero tratará de pasar años en el poder explorando, dialogando, negociando…, y en el ara de ese proceso sacrificando cualquier cosa. El status de Navarra, por ejemplo. Ya ha dado la primera señal a través de su partido en aquella región.
A partir de ahora cabe todo menos el espanto; si ha pagado la ronda de la nación catalana, ¿qué no hará en el bocho en que está metido?”.
En dos ocasiones más me referí a lo que se acaba de consumar. La última fue hace mes y medio, cuando escribí:
“Hace un par de meses auguré que Navarra dejaría de ser Navarra. La incógnita es cuánto tiempo pueda resistir el señor presidente del Gobierno a pagar la prenda debida a ETA. Porque los terroristas no acostumbran a dejar de matar a cambio de nada. Y no digamos cuando tienen en sus manos la posibilidad de arruinar unas elecciones. La tenían antes del día 27 del pasado mes; de haber roto la tregua falaz el último día de la campaña, cuántos votos no habrían cambiado de destino durante la jornada de reflexión sin necesidad de hacer volar por los aires tren alguno Y no lo hicieron. Soltaron su nuevo parte de guerra cuando menos daño podían hacer a quien les ha estado contemplando desde antes de entrar en La Moncloa y aún sigue haciéndolo, por estupendo que se ponga al frente de la manifestación que ahora corresponde.
Ya pueden argumentar los señores Blanco, López y otros que el fin de la tregua es la prueba del nueve de que no ha habido concesiones a los terroristas, mientras callan la respuesta a cuestión tan directa como por qué les dejaron meter manos y pies en las instituciones locales de Navarra y el País Vasco. Ya pueden mentir asegurando que no mantuvieron conversaciones hasta un par de semanas antes de la ruptura del sueño pacifista. Ya pueden preguntar retóricamente a los populares si acaso condicionan la unidad para combatir al terrorismo a lo que ocurra con la presidencia de la Comunidad Foral de Navarra. Sólo hay una cosa que nunca podrán ocultar: la realidad.
La realidad, las cosas como son, es lo único que existe; incontestable; acaba por aflorar cuando menos se espera, más pronto que tarde para desventura de mentirosos. Y la realidad es que el señor presidente del Gobierno y secretario general de los socialistas españoles -¿o no?- acabará impidiendo que la Unión del Pueblo Navarro siga al frente del Gobierno foral y, con ello, preservar Navarra del sueño enloquecido de los inventores de la nacionalidad vasca. La incógnita única es cuándo. Hacerlo esta misma semana sería cargar con la responsabilidad de la ruptura del frágil armisticio recién escenificado con los populares. Pero si lo retrasa demasiado se metería ya en la campaña de las próximas elecciones generales. ¿Quién lo sabe? Quizá ni él.
Le faltan más argumentos que ganas. Porque escudarse en el tópico de que los votos han manifestado el deseo de cambio, es mentira. También, que la decisión corresponda a la franquicia regional del partido lo que, además, sería una tomadura del pelo a todo país. Y aducir como prueba de su independencia de criterio la última ruptura del diálogo por parte etarra, resultaría realmente patético.”
En fin, el caso es que en plena canícula agosteña y tapado por las imágenes del fuego calcinando las Canarias, el señor presidente ha encontrado el momento oportuno para tender un nuevo puente a ETA ciscándose en la voluntad de los navarros expresada en las urnas el 27 de mayo. Sobre este escenario, el paripé de la autonomía de la franquicia navarra que capitanea el socialista Puras, de quien cuenta la última encuesta que vería mermados sus apoyos electorales poco menos que a la mitad después del numerito, dos meses sin gobierno autonómico, que ha mantenido en pie a mayor gloria de su secretario general, el presidente del Gobierno.
Y por si fuera poco, le encarga al secretario de organización sr. Blanco que se haga cargo del expediente porque él está de vacaciones. Como se ve, el valor no es el punto fuerte del caballero.
Por cierto, ¿en qué o en dónde o para qué están los populares?