El señor presidente del Gobierno tiene un acreditado instinto de poder. A esa innata capacidad de avizorar los apoyos necesarios para mandar deben los navarros el limbo en que se encuentra su gobierno foral, dos meses después de las elecciones.
La estupidez de que el pueblo navarro se manifestó a favor de un cambio es demasiado evidente cuando el partido gobernante creció hasta cosechar prácticamente el doble de quienes, en unión de otras dos minorías, pretenden alzarse con el santo y la limosna. Pese a ello los socialistas vascos siguen presionando para que sus colegas navarros formen otro tripartito con separatistas y el indispensable concurso del comunismo marginal. Llevaban recorridos demasiados metros por la pista de lanzamiento del fallido “proceso de paz” como para detener ahora las inercias generadas por la rodadura. Al señor López le sería muy valioso sin duda exhibir ante sus contertulios separatistas la baza de controlar el gobierno foral navarro; tanto como carísimo habría de resultarle al señor Rodríguez Zapatero perpetrar a estas alturas tamaño movimiento.
El señor presidente está en momentos de mostrar un nuevo y encendido patriotismo, y saca a la palestra al “españolista” ex ministro de Defensa Bono, proclama que España necesita muchos niños y asegura que a la institución familiar se la defiende con lo de los 2.500 € por bebé nacido a partir del 3 de julio.
Por cierto, ¿qué poderes asisten al jefe del ejecutivo para que sin ley ni cosa parecida de por medio se esté dando por sentado que tienen derecho a tan insólita paga los niños nacidos a partir del día en que él lanzó la ocurrencia? Consta, además, que el Consejo de Ministros ni siquiera aprobó previamente un proyecto de ley… Ni en el PRI mexicano se hacía desde mediado el pasado siglo nada parecido.
Eso sí, quien según la biografía oficial fue antes que presidente profesor de derecho político, hablando de la Educación para la Ciudadanía el pasado fin de semana, dejó para los anales el siguiente pensamiento: “Los valores de la ciudadanía son los que deciden libre y responsablemente quienes representan a los ciudadanos”. Homérico.