Hablamos del Fiscal General. Sólo para comenzar; todo es de aplicación a otras ilustres personalidades, como los señores Rodríguez Zapatero, Blanco, López Garrido y un largo etcétera.
La cuestión es ¿por qué sienten tal compulsión hacia la mentira radical?
El señor Conde Pumpido lleva un año al frente de la Fiscalía General. No se le conoce una decisión autónoma del Gobierno que le nombró. Dicen quienes le han tratado que no es que sea un experto en cerrar los ojos a tiempo de no enterarse de lo que pasa, ni tampoco le atribuyen el tic nervioso de mirar hacia otro lado; no, simplemente es coprotagonista de las aventuras del aprendiz de brujo instalado en La Moncloa.
¿Qué es antes, mentiroso o cómplice, pues? La última es de libro. No hace una semana aún, declaró formal y serenamente en el curso de una entrevista-pancarta difundida por el diario que ilumina cada mañana el país con la luz neo-socialista, que “si los líderes de Batasuna se manifiestan de manera que ANV es su opción… podría ser un indicio adicional para su futura ilegalización o, incluso [y aquí viene lo gordo] para su suspensión por la vía penal, que puede hacerse en cualquier momento, incluso antes de las elecciones”.
Cuarenta y ocho horas después de sacar pecho, por cuenta propia y del Gobierno, y producido el supuesto del aludido apoyo, inequívoco y reiterado, ambos se tragan las dos citadas vías de enmendar el error cometido cuando permitieron a los batasunos estar en las elecciones a través de un viejo partido caído en desuso durante decenios. Renuncios tan clamorosos, el uso político de la mentira con tamaña desfachatez, son un insulto a la ciudadanía.
Todos tenemos ya asumido que el señor presidente hará lo imposible para que no se vuelva a producir otro atentado de ETA. Tragará con carros y carretas, todo con tal de no dar muestras de fracaso en su aventura. Él sabe que no va a conseguir la desaparición de ETA, pero no hay mejor ilusión que la que no se alcanza.
De lo que hoy se trata es de lograr con los batasunos en el País Vasco lo mismo que en Cataluña alcanzó con la complicidad de ERC: sacar del poder con la ayuda de los independentistas radicales a los nacionalistas contemporizadores del PNV o CIU, y calzarse así el control de dos gobiernos regionales. Lo de menos es tener que compartirlo con compañías tan marginales y estrafalarias; lo sustantivo, hacerse con el manejo de sus presupuestos y regar a la clientela, que tan buenos resultados les dio siempre a los nacionalistas.
¿Cuánto puede importarles a estos señores la vertebración del País Vasco, visto lo que les preocupa la de España entera?
Ni desde el Gobierno ni desde la Fiscalía se instará la ilegalización de ANV. Y por la misma razón, el lúcido presidente del PNV se ha apresurado a pedir la resurrección del pacto antiterrorista, incluso ofreciendo su colaboración al PP para cuanto sea menester. A buenas horas mangas verdes.
Este es el juego; un juego de puro poder a corto y a costa de lo que sea. Lo terrorífico es que otras instituciones se lo hayan podido comprar y hoy tengan las manos atadas para ejercer sus funciones al respecto.