Cunveryensia y otras corrupciones

Sexismo y otros atentados

Sexismo y otros atentados

Visto lo que estamos viendo cabría trasponer la letra de uno de los artefactos del antipoeta chileno y Premio Cervantes Nicanor Parra para decir: si los corruptos volaran / no se vería la luz del sol.

Pocos fenómenos tienen espectro tan amplio como la corrupción, aquí y en el resto del mundo; es una lacra inserta en las sociedades de nuestro tiempo, globalizadas para lo bueno, y también para lo malo, como es el caso.

La Justicia apenas alcanza a cortar sus alas, algunas sentencias llueven al cabo de años sobre terreno ya encharcado por otras. Aunque ciertamente, antes o después acaban en la picota los investigados, procesados y demás variantes de encausados.

Pero hay otras corrupciones sobre las que no hay tribunales sancionadores, caso de nuestro idioma común, el castellano o español como lo llaman los hispano parlantes en todo el mundo. Inveteradas estupideces tan frecuentes en el foro político como lo de vascos y vascas, catalanes y catalanas, etc., acaban en dislates como el cometido hace unos días por la podemita de turno tratando de dirigirse a estudiantes y estudiantas, o el de aquella ministra socialista dirigiéndose a los miembros y miembras de la Comisión…

Ciscarse en las reglas básicas de la segunda lengua occidental no tiene límites; podremos acabar oyendo hablar de poetas y poetos, periodistas y periodistos, artista y artisto ¿por qué no ya puestos a ello?

Cuestión del sexismo y demás formas de complicar un lenguaje que considera el masculino como género inclusivo frente al femenino. Muestra fácil: en la frase “El hombre es el único ser racional” hombre incluye a toda la humanidad; no es el caso del término mujer que muestra su carácter exclusivo en la frase “La mujer es el único ser racional”.

La RAE explica en el Diccionario Panamericano de Dudas que en los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no sólo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase, esto es, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos. ¿Se imaginan hablar del perro y la perra como los mejores amigos del hombre? Perdón, y de la mujer.

Pero no sólo el sexismo atenta contra nuestro activo más preciado; ahí está el afán de querer incorporar a nuestra lengua común el uso de sonidos propios de otras no menos españolas pero diferentes, sea el catalán o la gallega.

El castellano es la lengua en que las vocales tienen un sonido determinado y unívoco; es una de las grandes diferencias con el inglés o el francés. Pues no; hay periodistas y locutores empeñados en hablarnos de “Cunveryensia” o del “Prusés”, para referirse a la Convergencia de Pujol y Mas y al Proceso de secesión. Son dos ejemplos tan sólo de entre un centenar de modos de confundir el sonido de vocales y consonantes propios del español.

Eso sí, puestos a jugar a políglotas nunca se toman la molestia de pronunciar New York, London o Copenhague tal como lo hacen norteamericanos, británicos y daneses. El resultado es cutre a más no poder y, como las diversas modalidades de corrupción, acabaremos pagándolo entre todos.

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Posted martes, marzo 14th, 2017 under Política.

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